Seis meses después de la cirugía y del interferón, me hicieron otra exploración por imagen y me informaron que estaba en el muslo y en los pulmones. Así que, en junio de 2013, envié mis documentos al Sloan Kettering y me llamaron enseguida. Me asignaron al médico principal del área del melanoma, que en ese momento era el Dr. Gary Schwartz. Me explicó lo que verdaderamente estaba sucediendo con mi enfermedad y los tratamientos a los que podía acceder. Fue una conversación muy difícil. Me dijo: «Con el diagnóstico que tenemos, estamos hablando de seis a nueve meses con el tratamiento convencional».
El Dr. Schwartz me explicó todo sobre la PD-1, el nivolumab y cómo funciona para «soltar los frenos» del sistema inmunitario, y me dijo que teníamos que hacer todo lo posible para que pudiera participar en este ensayo. Pero, el día antes del que se suponía que debía comenzar el ensayo, el cáncer terminó en mi cerebro, y eso significaba que no podría participar.
Sin embargo, el Dr. Schwartz me dijo: «No se preocupe, podemos atender su cerebro». Entonces empecé con radioterapia y también con ipilimumab. Terminé teniendo una respuesta tremendamente rápida al tratamiento de radioterapia, así que finalmente pude inscribirme en el ensayo de PD-1.
Para ese entonces, el cáncer ya estaba en mi pierna, en mis pulmones, y crecía rápidamente. Cada estudio mostraba que seguía creciendo.