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REGÍSTRESE
Joseph Matthews, de 53 años, conoce el camino desde Beaumont hasta Houston, Texas, como la palma de su mano. Tras su diagnóstico de cáncer de próstata en estadio avanzado en 2011, este mecánico de refinería y padre de dos hijos concurrió al Centro Oncológico MD Anderson para recibir tratamiento. Su médico, el Dr. Padmanee Sharma, Ph. D., le contó sobre un nuevo y prometedor fármaco de inmunoterapia llamado ipilimumab, y le recomendó participar en un ensayo clínico de ese medicamento además de someterse a la cirugía. El ipilimumab (Yervoy®, fabricado por Bristol Myers-Squibb) es un inhibidor de puntos de control dirigido al «sistema de frenos» de los linfocitos T. Al ayudar a «quitarles el freno» a los linfocitos T, el fármaco posibilita una respuesta inmunitaria más potente contra el cáncer. Desde enero hasta marzo de 2012, Joseph y su esposa Angela se despertaban antes del amanecer y conducían desde Beaumont hasta Houston, y regresaban tarde en la noche después de un día de tratamientos y pruebas. Pero valieron la pena los viajes y las largas jornadas: con su esposa reconocen que el tratamiento de inmunoterapia le salvó la vida. Hace más de un año que Joseph no tiene cáncer y dice que se siente «de maravillas». TheAnswertoCancer (TheA2C) conversó con Joseph sobre su lucha contra el cáncer.
Estaba en el consultorio del médico haciéndome unos análisis de sangre de rutina. Como mi nivel de PSA estaba un poco elevado, el médico me derivó a un especialista que terminó haciendo una biopsia. Efectivamente, resultó positivo.
Mi esposa estaba conmigo. Ella no lloró, pero estaba susceptible. El cáncer se ensañó con mi familia. Mi madre, sus hermanos y su padre murieron de algún tipo de cáncer, la mayoría de ellos antes de los 57 años. Entonces, cuando escuchas que tienes cáncer, automáticamente piensas que es una sentencia de muerte.
Fue una decisión muy sencilla. Me explicaron que posiblemente tendría ventajas para mí por el tipo de cáncer que tenía. También existía la posibilidad de que esta investigación pudiera ayudar a otros en el futuro, tal vez incluso a mis propios hijos.
Mi primera visita al MD Anderson fue en enero de 2012, y luego la cirugía fue en abril. En los meses anteriores había estado recibiendo un medicamento en fase de investigación [ipilimumab]. Durante los primeros meses no parecía que el tratamiento me estuviera provocando algún efecto adverso. Lo curioso es que los efectos secundarios aparecieron después de la operación quirúrgica. Noté algo extraño en la vista y luego comencé con un poco de diarrea. Nunca fui diabético, pero me dijeron que había desarrollado diabetes, por lo que tuve que empezar a darme inyecciones de insulina (cuatro inyecciones al día en total) y a tomar seis comprimidos al día. Además, tenía que hacerme controles. Tienes síntomas cuando salen pequeñas llagas en la boca. Empecé a tener fuertes dolores de cabeza, me aumentaron los corticoides y los dolores de cabeza desaparecieron y, por fin, todo comenzó a equilibrarse. Me encaminé; pero por un tiempo fue difícil. Debo haber adelgazado 15 kilos.
Tengo mucha más paciencia. Comprendo mejor a las personas. Antes leía la Biblia de vez en cuando, pero ahora rezo mucho más. Tengo que estar en el trabajo a las 6:30, y ahora he adoptado una rutina de levantarme a las 5:00, rezo y leo la Biblia hasta las 5:30, y voy a trabajar. Los lunes, miércoles y viernes vuelvo a casa y salgo a correr. Corro unos tres kilómetros. Tengo un plan de ejercicios. Tengo un plan junto a Dios. Todos los días le digo a mi esposa que la quiero. Tengo un hijo de ocho años que es bastante inquieto, le gusta hablar de cualquier cosa durante horas y yo me sentaba con él un buen rato a charlar, pero después de una hora quedaba agotado. Pero de la forma en que el cáncer me ha cambiado, si ahora quiere sentarse y hablar durante cinco horas, podría hacerlo y ni siquiera sería un esfuerzo.
El Señor me ha hecho compartir esta experiencia con otras personas para que puedan unirse algunos guerreros de la oración. Fue una gran sorpresa, porque los afrodescendientes no se controlan los niveles de PSA como deberían, y es por eso que la tasa de cáncer de próstata entre ellos es tan elevada. Así que me encargué de hacer correr la voz, de hacerle saber a la gente que esto es real y que cualquiera podría tenerlo.
Si me ofrecieran ese estudio hoy, volvería a hacerlo, no lo dudaría. Porque, para ser sincero, estoy en mejor forma ahora que antes de comenzar. El estudio me mostró muchas cosas que estaba haciendo mal; por ejemplo, no me estaba alimentando bien ni haciendo ejercicio adecuadamente. Ahora estoy en excelente forma y casi no tengo grasa corporal.
Oriente y anime a otras personas que enfrentan el cáncer con inmunoterapia.
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